domingo, julio 02, 2006

Imaginen un suspiro,
el sopor de una borrachera
cinco pestañeos antes de dormir,
la memoria de un anciano
que se hamaca ante Dios,
La necesidad de venganza
de un preso que se sabe inocente,
la confusión de un exiliado
al abandonar sus dominios,
la utilidad desesperada
de un arquero suplente.
Imaginen otro suspiro,
el dolor que precede
a la felicidad suprema,
la soledad culposa
de la bola blanca sobre el paño,
un péndulo anímico
que aumenta la confusión.
Traten de imaginar
todo esto, condensado,
en cada partícula de un cuerpo,
y después
siéntanlo...
Eso es morir de amor.